(trabajo del texto: Franco, Valido caride
Había pasado muy rápido. Las imágenes, como flashes, volvían a mí una y otra vez.
Quizás la propuesta de aquella chica rubia y angelical, había sido una invitación al desastre, y yo, un simple chico enamorado, no pude darme cuenta.
Mi último recuerdo es en casa, junto a mi perro, jugando a los videojuegos. Desde ese momento, nada fue igual.
La cara angelical apareció en la televisión, como quien se asoma a una ventana. Luego me invitó a unirme al mundo virtual, casi mágico, que veía todas las tardes cuando encendía el televisor. Parecía irreal y quedé obnubilado por aquella criatura, embobado ante tanta belleza…
Cada tarde, aparecía aquella princesita, con su absurda invitación. El primer día, creí haberme quedado dormido, algo frecuente en mí, si se tiene en cuenta que me levanto tempranísimo para ir a la escuela. Pero sus reiteradas visitas, me hicieron sospechar que algo andaba mal, que la realidad podía cambiar, modificarse, y con ella mi vida.
Confieso que me sedujo la idea de un romance misterioso y de una vida diferente a la que llevaba, la típica de un adolescente: escuela, casa, a veces el club… nada estremecedor, mucho menos emocionante.
Sucedió de a poco. Primero conversábamos, nos conocimos, nos gustamos. Ella me “encantaba”, (nunca mejor utilizada esa palabra) y creo que yo a ella le agradaba también. Poco a poco fuimos entrando en confianza. Me contaba de su vida, de su mundo... ¿Qué podía contarle yo que le pareciera interesante? lo más asombroso que me sucedió, fue pura casualidad, cuando en un partido de “mañana” contra “tarde” metí el gol de la victoria y cobré cierta popularidad.
Hubo un quiebre. Un antes y un después. Mi vida cambió. Mis días pasaron lentos. No sabría decir cuánto tiempo pasó desde entonces.
Aquí todo es diferente, pero estoy empezando a acostumbrarme. Lo que más me angustia es que ella ya no está aquí. Me siento solo. Un mañana, la busqué pero no volvió. Alguien me dijo que por cada persona que ingresás, tenés una posibilidad de salir. Quizás ya no vuelva, tal vez se marchó.
Paso los días mirando, asomándome a las ventas. Busco a alguien que quiera venir conmigo…
Después de todo, asomarse y hacer una invitación, no es nada malo ¿O sí?
(Trabajo del texto: Franco, Valido, Caride)