lunes, 28 de septiembre de 2009

ESCRITURA DEFINITIVA

¿Un mundo ideal?
(trabajo del texto: Franco, Valido caride‏
Había pasado muy rápido. Las imágenes, como flashes, volvían a mí una y otra vez.
Quizás la propuesta de aquella chica rubia y angelical, había sido una invitación al desastre, y yo, un simple chico enamorado, no pude darme cuenta.
Mi último recuerdo es en casa, junto a mi perro, jugando a los videojuegos. Desde ese momento, nada fue igual.
La cara angelical apareció en la televisión, como quien se asoma a una ventana. Luego me invitó a unirme al mundo virtual, casi mágico, que veía todas las tardes cuando encendía el televisor. Parecía irreal y quedé obnubilado por aquella criatura, embobado ante tanta belleza…
Cada tarde, aparecía aquella princesita, con su absurda invitación. El primer día, creí haberme quedado dormido, algo frecuente en mí, si se tiene en cuenta que me levanto tempranísimo para ir a la escuela. Pero sus reiteradas visitas, me hicieron sospechar que algo andaba mal, que la realidad podía cambiar, modificarse, y con ella mi vida.
Confieso que me sedujo la idea de un romance misterioso y de una vida diferente a la que llevaba, la típica de un adolescente: escuela, casa, a veces el club… nada estremecedor, mucho menos emocionante.
Sucedió de a poco. Primero conversábamos, nos conocimos, nos gustamos. Ella me encantaba, (nunca mejor utilizada esa palabra) y creo que yo a ella le agradaba también. Poco a poco fuimos entrando en confianza. Me contaba de su vida, de su mundo... ¿Qué podía contarle yo que le pareciera interesante? lo más asombroso que me sucedió, fue pura casualidad, cuando en un partido de “mañana” contra “tarde” metí el gol de la victoria y cobré cierta popularidad.
Hubo un quiebre. Un antes y un después. Mi vida cambió. Mis días pasaron lentos. No sabría decir cuánto tiempo pasó desde entonces.
Aquí todo es diferente, pero estoy empezando a acostumbrarme. Lo que más me angustia es que ella ya no está aquí. Me siento solo. Un mañana, la busqué pero no volvió. Alguien me dijo que por cada persona que ingresás, tenés una posibilidad de salir. Quizás ya no vuelva, tal vez se marchó.
Paso los días mirando, asomándome a las ventas. Busco a alguien que quiera venir conmigo…
Después de todo, asomarse y hacer una invitación, no es nada malo ¿O sí?

(Trabajo del texto: Franco, Valido, Caride‏)

6 comentarios:

Marcelino dijo...

Un día soleado nació un niño llamado Manuel Belgrano.
De pequeño lloraba, por que le tenía miedo a la oscuridad.
A medida que fue pasando el tiempo, este miedo desapareció.
Con diez años de edad, tenía sus tareas asignadas, por ejemplo: preparar el desayuno a sus padres.
Sus días consistían en asistir al colegio, realizar algunas actividades de campo.
Los fines de semana se despertaba muy temprano para preparar el desayuno a sus padres, ya que estos se iban muy temprano a trabajar al campo; al encontrarse solo en su casa, y como era casi de madrugada, se quedaba contemplando el amanecer.
En la escuela, le propuso a su maestra que confeccionaran una bandera que representase su colegio. Los colores serían: celeste como el color del cielo, blanco como las nubes y un sol en el medio, que diera luz a sus días.
Francesca, su maestra, ayudó a sus alumnos a que lleven a cabo ese proyecto.
Todas las mañanas, cuando Manuel llegaba a la escuela conversaba con el sol y le preguntaba cÓmo le iría en el colegio, su amigo el sol le respondía que bien y éste le agradecía por haberlo elegido para formar parte de un gran proyecto; representar a su escuela.

Marcelino dijo...

¿QUÉ PENA EL FINAL DE MI HISTORIA?
Caminaba tratando de organizar pensamientos, tratando de entender lo que me pasaba, buscando soluciones a los problemas que tenía, esos que me hacían sentir una porquería.
Tomé un camino diferente al que recorría cuando necesitaba despejarme. Fue una elección de momento, algo que hice sin pensar.
Caminé durante un tiempo largo, sin levantar la vista. Me sentía intranquilo, incómodo.
Frente a un tropezón reaccioné, dándome cuenta que estaba en un lugar parecido a un bosque. Se podía oír el canto de los pájaros, el ruido de las hojas movidas por el viento y el sonido del agua. Pero no podía ver dónde estaba. Decidí prestar atención para saber de donde venía.
Buscando, llegué a un lugar un poco más oscuro, dónde sólo escuchaba mis pasos y el agua al caer.
Mientras seguía con la vista el recorrido que hacía, me sentía tranquilo, alegre. Sin embargo, me sorprendió ver, que, cuando llegaba al final de las rocas, se transformaba en barro.
No entendía cómo podía pasar esto. Nuevamente comenzaba a inquietarme, a desesperarme, no conseguía alcanzar la tranquilidad que había encontrado al comienzo.
Continué acercándome, tomé un palito y comencé a revolver. Era una capa espesa. Estuve haciendo eso durante mucho tiempo, el cansancio aumentaba y mis ganas disminuían. La bronca por no poder lograr entender lo que sucedía, era cada vez mayor.
Agotado, decidí descansar. Una vez más me sentí frustrado por no comprender. Quedé en silencio unos instantes, volví a recorrer con la vista las rocas, el agua…
De pronto, vi que se acercaba una figura extraña, no la podía definir. Fue hasta el barro que se volvió agua clara.
Me animé y sin pensarlo demasiado me acerqué para preguntarle cómo lo hizo, por señas, me indicó que volviera a ver el recorrido del agua. Esta vez, pude ver que había una pequeña abertura entre las rocas y el barro, donde se filtraba el líquido.
Volvió a hacerme señas indicándome que me acercara y tocara el lugar, pero con mis propias manos. Temblando lo hice, me llené de alegría y tranquilidad porque pude ver cómo el barro desaparecía dándole lugar al agua.
Cuando me di vuelta para preguntarle cómo había ocurrido, el despertador sonó y el sueño terminó, pero la serenidad con la que desperté, era enorme.
Ese día descubrí que los problemas que tenía, eran esa capa de barro que cubría la superficie. La mayor parte del tiempo pasaba revolviéndolo, sintiéndome el peor. No me daba cuenta, que en realidad, debajo de todo eso, estaban mis más claros sentimientos. Los que me hacían feliz realmente, sólo tenía que descubrir esa pequeña abertura y así, poder ver quién era realmente.

Marcelino dijo...

¿QUÉ PENA EL FINAL DE MI HISTORIA?
Caminaba tratando de organizar pensamientos, tratando de entender lo que me pasaba, buscando soluciones a los problemas que tenía, esos que me hacían sentir una porquería.
Tomé un camino diferente al que recorría cuando necesitaba despejarme. Fue una elección de momento, algo que hice sin pensar.
Caminé durante un tiempo largo, sin levantar la vista. Me sentía intranquilo, incómodo.
Frente a un tropezón reaccioné, dándome cuenta que estaba en un lugar parecido a un bosque. Se podía oír el canto de los pájaros, el ruido de las hojas movidas por el viento y el sonido del agua. Pero no podía ver dónde estaba. Decidí prestar atención para saber de donde venía.
Buscando, llegué a un lugar un poco más oscuro, dónde sólo escuchaba mis pasos y el agua al caer.
Mientras seguía con la vista el recorrido que hacía, me sentía tranquilo, alegre. Sin embargo, me sorprendió ver, que, cuando llegaba al final de las rocas, se transformaba en barro.
No entendía cómo podía pasar esto. Nuevamente comenzaba a inquietarme, a desesperarme, no conseguía alcanzar la tranquilidad que había encontrado al comienzo.
Continué acercándome, tomé un palito y comencé a revolver. Era una capa espesa. Estuve haciendo eso durante mucho tiempo, el cansancio aumentaba y mis ganas disminuían. La bronca por no poder lograr entender lo que sucedía, era cada vez mayor.
Agotado, decidí descansar. Una vez más me sentí frustrado por no comprender. Quedé en silencio unos instantes, volví a recorrer con la vista las rocas, el agua…
De pronto, vi que se acercaba una figura extraña, no la podía definir. Fue hasta el barro que se volvió agua clara.
Me animé y sin pensarlo demasiado me acerqué para preguntarle cómo lo hizo, por señas, me indicó que volviera a ver el recorrido del agua. Esta vez, pude ver que había una pequeña abertura entre las rocas y el barro, donde se filtraba el líquido.
Volvió a hacerme señas indicándome que me acercara y tocara el lugar, pero con mis propias manos. Temblando lo hice, me llené de alegría y tranquilidad porque pude ver cómo el barro desaparecía dándole lugar al agua.
Cuando me di vuelta para preguntarle cómo había ocurrido, el despertador sonó y el sueño terminó, pero la serenidad con la que desperté, era enorme.
Ese día descubrí que los problemas que tenía, eran esa capa de barro que cubría la superficie. La mayor parte del tiempo pasaba revolviéndolo, sintiéndome el peor. No me daba cuenta, que en realidad, debajo de todo eso, estaban mis más claros sentimientos. Los que me hacían feliz realmente, sólo tenía que descubrir esa pequeña abertura y así, poder ver quién era realmente.

Marcelino dijo...

CORRECCIÓN DEL CUENTO DE NATALIA VALENZUELA
Por: Sol, Cintia y Naty

Todo comenzó un veinticuatro de enero por las calles de Lugano, era una tarde soleada, un día perfecto para estar al aire libre. Éramos un grupo muy unido y todos los días íbamos a caminar por ese gran parque donde estaba ese enorme castillo lleno de habitaciones abandonadas.
Nuestro grupo estaba formado por Rafael, Alcides, Juana y yo, Cuca.¨
Todos presentíamos que no era un día como cualquier otro, esa tarde de verano cambió nuestras vidas.
Mientras caminábamos encontramos un sobre en el pasto del gran parque, cerca de la puerta del castillo. Juana quería abrirla pero nosotros le dijimos que era mejor dejarlo ahí. De todas maneras Juana lo abrió y dentro de él vimos algo que no podíamos creer; era una foto nuestra con una nota que decía: - “Los espero en el castillo”…
Con miedo y sorpresa nos miramos y empecé a caminar, ellos me siguieron.
En ese momento, me detuve porque había encontrado otro sobre que decía: “No tengan miedo sólo quiero conocerlos..”
Luego, aún más asustados, Alcides y Rafael fueron al frente; Juana y yo los seguíamos sigilosamente.
Hacía demasiado calor y nos habíamos quedado sin agua, entonces decidimos seguir con la búsqueda de esta persona que nos dejaba estas extrañas notas y pedirle un poco de agua para regresar.
Cuando habíamos llegado a la puerta del castillo yo estaba muy atemorizada porque podría llegar a ser muy peligroso. Me rehusaba a ingresar allí, pero Juana me habló y me persuadió para que entráramos.
En la puerta del castillo había un cartel que decía “Vayan por la puerta de atrás”.
Al dar la vuelta al castillo habíamos encontrado un perrito muy pequeño que cuando nos vio comenzó a ladrar. Alcides observó que el perro estaba encadenado y junto a él había un manojo de llaves tirado en el piso.
Juana y yo insistimos que debíamos dejar las llaves e irnos de ahí, pero Rafael y Alcides aún así insistían expectantes en averiguar quien era el extraño mensajero. Por lo tanto, Alcides recogió las llaves y se dirigió rápidamente hacia la enorme puerta del castillo y comenzó a probar una por una para lograr abrirla y así descubrir quien estaba detrás de todo eso.

Cuando habíamos logrado entrar, decidimos seguir todos juntos hasta el final, recorrimos habitación por habitación, y cada paso que dábamos nos parecía extremadamente raro que el castillo que nosotros pensábamos que estaba abandonado estaba habitado. En el exterior veíamos un castillo abandonado y cuando logramos entrar vimos un palacio con mucha riqueza.
Al llegar a la última habitación del palacio real que descubrimos, vimos una silla mecedora moviéndose lentamente, mis amigos y yo ingresamos cuando de pronto giró la silla y estaba el extraño mensajero, era un señor muy viejito, canoso, bien vestido con un bastoncito junto a la silla; inmediatamente Rafael le preguntó:¿es usted quien nos dejó una foto y muchas notas por el parque? Y el anciano con voz gruesa respondió: ¡Si! Fui yo pero no se asusten quiero que sepan que los estuve observando con las mejores intenciones; sólo quiero saber ¿cuál es su secreto?... Y yo tímida le digo:¿el secreto de qué? Y me contesta: cuál es secreto para tener una amistad tan fuerte como la que tienen ustedes. Lo único que tengo yo es riqueza y mírenme no tengo con quien compartirla. Poseo un palacio enorme ¿para qué?...para ser un anciano solitario que vive en una mecedora. Por favor les pido cuéntenme ¿como hago?...¡¡quiero ser amigo de ustedes quiero ser feliz!!.
Juana lo interrumpe y le dice nosotros seremos sus amigos..usted es muy amable.
Finalmente cuando el anciano nos había ofrecido de comer y beber, hablamos de nuestras experiencias personales. A partir de ese día nuestro lazo de amistad se fortaleció y nos valoramos enormemente con virtudes y defectos.

Unknown dijo...

Al llegar a la última habitación del palacio real, vimos una silla mecedora moviéndose lentamente. Mis amigos y yo ingresábamos cuando de pronto, giró la silla.Allí estaba el extraño mensajero. Era un señor muy viejito, canoso y bien vestido,y tenía un bastoncito junto a la silla. Inmediatamente Rafael le preguntó:
-¿Es usted quién nos dejó una foto y muchas notas por el parque?
Y el anciano con voz gruesa respondió:
-¡Si! Fui yo pero no se asusten. Quiero que sepan que los estuve observando con las mejores intenciones, sólo quiero saber:
-¿Cuál es su secreto?
-¿El secreto de qué?- Pregunté timidamente.
-Cuál es secreto para tener una amistad tan fuerte como la que tienen ustedes.-insistió
Lo único que tengo yo es riqueza y mírenme no tengo con quien compartirla. Poseo un palacio enorme ¿Para qué?...Para ser un anciano solitario que vive en una mecedora. Por favor les pido cuéntenme ¿Cómo hago?...¡Quiero ser amigo de ustedes, quiero ser feliz!!.
Juana lo interrumpe y le dice:
-¡Nosotros seremos sus amigos!Usted es muy amable.
Finalmenteel anciano nos ofreció algo de comer y beber y mientras tanto, hablamos de nuestras experiencias personales.
A partir de ese día nuestro lazo de amistad se fortaleció y nos valoramos enormemente con virtudes y defectos.

Carla.L dijo...

Al llegar a la última habitación del palacio real, vimos una silla mecedora moviéndose lentamente. Mis amigos y yo ingresábamos cuando de pronto, giró la silla. Allí estaba el extraño mensajero. Era un señor muy viejito, canoso y bien vestido,y tenía un bastoncito junto a la silla. Inmediatamente Rafael le preguntó:
-¿Es usted quién nos dejó una foto y muchas notas por el parque?
Y el anciano con voz gruesa respondió:
-¡Si! Fui yo pero no se asusten. Quiero que sepan que los estuve observando con las mejores intenciones, sólo quiero saber:
¿Cuál es su secreto?-
-¿El secreto de qué?- Pregunté timidamente.
-Cuál es secreto para tener una amistad tan fuerte como la que tienen ustedes- insistió.
Lo único que tengo yo es riqueza y mírenme no tengo con quien compartirla. Poseo un palacio enorme ¿Para qué?...Para ser un anciano solitario que vive en una mecedora. Por favor les pido cuéntenme ¿Cómo hago?...¡Quiero ser amigo de ustedes, quiero ser feliz!!.
Juana lo interrumpe y le dice:
-¡Nosotros seremos sus amigos!Usted es muy amable-
Finalmenteel anciano nos ofreció algo de comer y beber y mientras tanto, hablamos de nuestras experiencias personales.